El asma continúa siendo una de las enfermedades crónicas no transmitidas por con mayor prevalencia en el mundo y es la más común entre los niños en países en vías de desarrollo.1
Aunque puede presentarse en cualquier etapa de la vida, hay que tener en cuenta que el asma es una enfermedad compleja que presenta factores de riesgo ambientales y genéticos.
Si bien existen genes que puede tener un papel protector existen otros que al ser influenciados por el medio ambiente pueden favorecer que se presente la enfermedad o agravar un cuadro de asma ya existente. Actualmente el método se centra en reducir la inflamación en las vías aéreas, minimizar la exposición a factores que favorecen la inflamación y a vigilar la presencia de otras enfermedades o alteraciones de la salud que pueden empeorar el asma.1 Se debe consultar al médico para las indicaciones necesarias en cada caso.
Severidad: los niveles de clasificación del alma
El asma presenta varios niveles de gravedad que, en una misma persona, pueden variar a lo largo de la vida.
Una forma de clasificarlos es si el asma está controlada o no; la otra clasificación obedece al grado de severidad que presenta la persona, que puede ser intermitente -con crisis aisladas y esporádicas, como el asma estacional- o bien, persistente. En este último nivel existen tres niveles: asma leve, moderada y grave.
Leve
Cuando el asma es leve, la función pulmonar es mayor al 80% en relación con una función pulmonar normal, las manifestaciones de la enfermedad no se presentan más de dos veces por semana y se limitan pocas actividades físicas.
Moderada
Cuando el asma es moderada, la función pulmonar se encuentra entre el 60% y el 80%, los episodios tienen frecuencia diaria y hay una limitación notable de actividades físicas.
Grave
Si el asma de la persona es grave, su función pulmonar es inferior al 60%, presenta episodios varias veces al día y la limitación de actividades físicas es considerable.
En cualquiera de los casos, es recomendable que el médico obtenga una medición de eosinófilos en sangre por medio de una biometría hemática, pues existe evidencia científica de que estas células tienen relación directa con la severidad del asma.1 No obstante, es importante destacar que únicamente un médico está capacitado para solicitar esta prueba e interpretar sus resultados.
Al migrar hacia los pulmones y las vías respiratorias como consecuencia ya sea de una respuesta alérgica u otros disparadores ambientales, los eosinófilos liberan sustancias que, potencialmente, pueden conducir a episodios de asma al inflamar las vías respiratorias.
Cualquiera de los tipos de asma puede detectarse en una consulta de primer contacto, solo un médico puede indicar esta prueba e interpretarla, pero es crucial poder realizar un diagnóstico certero que permita diferenciar el asma grave, para la pronta derivación a un especialista (médico neumólogo o alergólogo) que indique los pasos a seguir.
La identificación correcta del asma grave tiene importantes implicaciones terapéuticas y para la salud de la persona que lo padece, sólo un médico puede identificar esta severidad de la enfermedad y tomar acciones para mejorar la calidad de vida de la persona. El asma es una enfermedad crónica que no se cura, pero puede controlarse.
El primer paso es establecer y confirmar el diagnóstico de asma identificando factores y enfermedades que cuyo comportamiento sea muy similar al del asma.
Para ello es crucial una exploración física y estudios para confirmar el grado de severidad de la enfermedad y prestar atención de acuerdo con la edad y hábitos de la persona, con el fin de descartar enfermedades pulmonares o cardiacas cuyas manifestaciones puedan confundirse con un cuadro de asma grave.
Posteriormente es indispensable confirmar la existencia de una obstrucción variable del flujo de aire, la importancia de este paso se resalta constantemente en las principales guías de tratamiento ya que realzar el diagnóstico de asma es complejo y si es realizado únicamente con criterios clínicos supone una alta probabilidad de error.
La prueba base para evaluar la función pulmonar la espirometría, que muestra si existe afección de la vía respiratoria, el grado de la misma y si es o no reversible ante pruebas terapéuticas. Sólo un médico puede o no prescribir e interpretar estas pruebas.
Después, es necesario identificar y tratar los factores que puedan contribuir a formar un cuadro de asma difícil de tratar. Un médico es siempre la fuente más adecuada para resolver dudas a este respecto, por ejemplo, si existen irritantes o desencadenantes que no se consideran.
Al ser un padecimiento multifactorial cuyos detonantes pueden variar a lo largo de la vida, el médico y la persona con sospecha de asma grave examinan, cada cierto tiempo, la exposición a factores que pudieran desencadenar episodios. Las personas no siempre son conscientes de su exposición a factores desencadenantes en su vida cotidiana, por lo cual el médico puede ayudarle a identificarlos para así generar un diagnóstico diferenciado más preciso entre los diferentes tipos de asma.
Tener en cuenta estos factores y su impacto en el curso del asma es vital para realizar el diagnóstico diferencial entre los diferentes niveles de gravedad del asma. Debe consultarse a un médico en todos los casos.
Fenotipo del asma
Identificar adecuadamente el nivel de gravedad y el fenotipo (que tipo de inflamación está presente) del asma nos permite diagnosticar e identificar el tratamiento más adecuado entre las nuevas terapias biológicas disponibles y mejorar la calidad de vida de la persona.
Existen pruebas basadas en la identificación de expresión genética; así como características clínicas y valores de laboratorio (biomarcadores) que nos permiten identificar qué tipo de alteración del sistema inmune existe y apoyar la decisión de la mejor opción terapéutica para la persona.3Sin embargo, solo un médico puede indicar esta prueba e interpretarla.
Estas recomendaciones complementan el tratamiento indicado por el médico, no lo sustituyen. Es recomendable que quienes padecen esta patología consulten a su médico.
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Referencias
1. Mahdi Bijanzadeh, N. (2011). ‘An understanding of the genetic basis of asthma’ en Indian Journal of Medical Research. PubMed Central (PMC). [Revisado el 24 de febrero de 2022]. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3181014/
2. Healthy Children, (2015). ‘Asma leve, moderada y severa: ¿qué significan los niveles?’ en HealthyChildren. org. [Revisado el 4 de abril de 2022] Disponible en: https://www.healthychildren.org/Spanish/health-issues/conditions/allergies-asthma/Paginas/Mild-Moderate-Severe-Asthma-What-Do-Grades-Mean.aspx
3. Israel, E., et al. (2017). ‘Severe and Difficult-to-Treat Asthma in Adults’ en The New England journal of medicine. [Revisado el 24 de febrero de 2022] Disponible en: https://doi.org/10.1056/NEJMra1608969
4. Li, M. et al. (2022) ‘Identification of the molecular subgroups in asthma by gene expression profiles: airway inflammation implications’ en BMC Pulmonary Medicine [Revisado el 24 de febrero de 2022] Disponible en: https://doi.org/10.1186/s12890-022-01824
5. Salas Hernández, J. (2009). ‘Clasificación del asma’ en Neumología y cirugía de tórax, Vol. 68 (S2), pp. 143-148. [Revisado el 4 de abril de 2022] Disponible en: https://www.medigraphic.com/pdfs/neumo/nt-2009/nts092i.pdf
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